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“No necesitas vacaciones, necesitas volver a ti”

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Durante años creí que lo que necesitaba era huir. Un viaje, un hotel con spa, una playa sin niños, una casa rural en silencio. Soñaba con ese billete como si fuera la cura a todos mis males.

Y luego llegaba… y me encontraba con la misma de siempre: la que seguía repasando la lista mental en la tumbona, la que llevaba la culpa en la maleta, la que no sabía parar ni con el mar de fondo.

Un día entendí algo brutal: no necesitaba vacaciones. Necesitaba volver a mí.


Tu cerebro no distingue lugar, distingue estado

Imagina tu sistema nervioso como una radio. No importa si te vas a Bali o a Cuenca: si la radio sigue sintonizada en la frecuencia del “hacer, correr, llegar”…escucharás ruido, no calma.

Lo que cambia la música no es el destino, es el dedo que gira el dial. Y ese dedo eres tú.


Volver a ti se parece más a ritual que a huida

No hace falta un vuelo ni reservar un hotel. Hace falta pequeños interruptores diarios que te recuerden: “estás aquí, estás viva, no todo es pendiente”.



Te comparto 5 interruptores poco comunes que me sirvieron más que cualquier vacaciones:


  1. El ritual de los olores Enciende una vela con aroma, un incienso o pon unas gotas de aceite esencial en la muñeca. El olfato es el camino más directo a tu sistema nervioso. En segundos, tu cerebro entiende: “es hora de parar”.

  2. El paseo sin propósito Caminar no para “hacer pasos” ni “quemar calorías”, sino para ver cosas absurdas: balcones con flores, ladridos, un gato en el tejado. Tu corteza prefrontal baja revoluciones cuando no hay objetivo más que observar.

  3. El gesto inútil Haz algo que no sirva para nada: dibuja un garabato, canta una canción mal, baila sin ritmo. El “no productivo” es lo que más oxigena tu dopamina natural.

  4. El refugio de la textura Agárrate a algo que te guste tocar: una manta suave, la taza caliente, la tierra de una maceta. Tu piel tiene memoria, y acariciarla calma la inflamación interna.

  5. El diario de una frase No escribas páginas, no es un reto. Solo una frase al día que empiece por: “Hoy me di cuenta de…”Eso basta para reconectar con tu voz.


Confesión espejo

No me curaron las vacaciones. Me curaron los micro-rituales, la ternura conmigo, los instantes que no dependían de un avión.


Frase final

"No necesitas irte lejos. Necesitas volver a casa: tú misma."


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