“No tienes que ser fuerte todo el rato. Aquí puedes caer blandita.”

laura callejo
12 oct
2 Min. de lectura

¿Te das cuenta de lo mucho que repetimos esa frase? “Soy fuerte, yo puedo con todo, ya se me pasará. ”Como si sentir cansancio, tristeza o miedo fuera un fallo.

Pero tu cuerpo lo sabe antes que tu mente: la fortaleza sostenida sin descanso se convierte en enfermedad. No necesitas una armadura las 24 horas. Necesitas un refugio.

Desde la PNIE (Psiconeuroinmunología): el precio de la fortaleza eterna

Cortisol sin freno: vivir siempre en “modo fuerte” eleva tus hormonas del estrés y termina agotando las glándulas suprarrenales.
Inflamación silenciosa: la tensión constante inflama tu organismo, afectando a tu digestión, a tu sistema inmune y hasta a tu piel.
Emociones reprimidas: callar lo que duele impacta directamente en tu sistema límbico (emocional) y se traduce en ansiedad, insomnio o fatiga.

Sostener a todos y no sostenerte a ti… no es fuerza, es desgaste.

¿Y si hubiera un lugar para caer blandita?

Caer blandita no es debilidad. Es permitirte descansar, llorar, compartir y volver a levantarte más ligera. Es regalarte un círculo donde alguien te dice:

“No estás sola.”
“Aquí puedes parar sin ser juzgada.”
“Aquí puedes ser tú sin filtros.”

Eso es un refugio emocional, y todas lo necesitamos.

Pequeños gestos para empezar a soltar la armadura

El permiso: escribe en un papel “no tengo que ser fuerte todo el rato” y léelo antes de dormir.
El abrazo largo: busca 20 segundos de contacto físico con alguien de confianza. Oxitocina = calma biológica.
La tribu: comparte en un espacio seguro algo que nunca sueles decir. Ver que otras resuenan contigo es sanador.
El descanso real: 1 noche a la semana, acuéstate 1h antes. Sin pantallas, solo calma. Tu sistema nervioso lo agradecerá.