“Te emocionas viendo a otras cuidarse, pero no te lo permites a ti”

laura callejo
23 sept
2 Min. de lectura

Hay algo curioso que pasa cuando ves a otras mujeres cuidarse. Te inspiras, incluso se te humedecen los ojos. Piensas: “Ojalá yo pudiera”.Pero en cuanto se trata de ti… aparece la culpa, la prisa, la vocecita que dice: “Tú no tienes tiempo para eso”.

No es falta de ganas. Es una mezcla de patrones profundos:

Haber aprendido a poner siempre a los demás primero.
Creer que cuidarse es un lujo o un capricho.
Vivir en piloto automático, anestesiada por la rutina y el cansancio.

🔬 La realidad médica y PNIE detrás de esto

Cuando te niegas sistemáticamente momentos de autocuidado, tu sistema nervioso se queda atrapado en modo alerta.El cortisol sube, la inflamación se mantiene, y tu cuerpo empieza a apagarse poco a poco.Mientras tanto, al ver a otras cuidarse, tu cerebro activa dopamina y oxitocina: hormonas de motivación y conexión. Por eso te emocionas, porque tu biología también te está diciendo: “esto lo necesito yo”.

Tips prácticos para empezar a permitírtelo

No hace falta empezar con grandes cambios. Empieza con actos pequeños, concretos y sostenibles:

Agenda un microtiempo real → 10 minutos al día para ti, y trátalo como una cita médica que no puedes cancelar.
Crea un ritual sencillo → una infusión caliente, escribir tres líneas, estirarte en silencio. El valor está en repetir, no en la perfección.
Nombra lo que sientes → cada vez que te emociones viendo a otra, escribe: “Esto es una necesidad mía, no un lujo ajeno”.
Súmale un microcuidado físico → un paseo, un estiramiento, una cena ligera antiinflamatoria. Tu cuerpo sentirá que lo eliges.
Hazlo visible → pon un objeto en casa que te recuerde: “yo también me merezco esto”.

Pregunta espejo

Cuando ves a otra cuidarse y sientes ese nudo en la garganta…¿qué pasaría si ese espejo no fuera para admirar desde lejos, sino para recordarte que es tu turno?