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No hace falta llegar al colapso para pedir ayuda. Lo sé, porque yo sí llegué.

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Hace unos años creía que podía con todo. Trabajo, casa, hijo, familia, pacientes, expectativas…Hasta que mi cuerpo dijo basta.


No fue de un día para otro. Primero fue el insomnio. Luego la piel. Después el sistema digestivo. Empezaron los olvidos, la niebla mental. Y lo que más me dolió: dejar de reconocerme.


Como médico y profesional de la salud y PNIE, lo sabía. Mi sistema nervioso estaba agotado. Mis neurohormonas en desequilibrio. Mi cuerpo inflamado. Y yo… funcionando en modo supervivencia.


Pero seguía tirando. Porque nos han enseñado a sostenerlo todo. A que si paramos, fallamos. A que pedir ayuda es rendirse.


Y no. Lo que descubrí —como mujer, madre y médico— es que pedir ayuda es salud preventiva. Es decirte: no quiero enfermar más. Es reconocer que no estás sola, y que tu autocuidado es parte de la solución, no del problema.

Cuando acompañamos a otras mujeres desde la PNIE (Psiconeuroinmunoendocrinología), lo vemos claro: el cuerpo siempre avisa antes de romperse. El estrés sostenido no es solo “estrés”. Es inflamación, alteraciones hormonales, ansiedad, fatiga crónica, desconexión de ti misma.


Hoy no espero a que el cuerpo grite. Hoy escucho cuando susurra.

Por eso creé planes pensados para ti: Para que no tengas que colapsar antes de cuidarte. Para prevenir desde el amor y la conciencia. Para que tengas una guía, un acompañamiento, una red.

Frase de hoy:

“Escuchar tu cuerpo no es debilidad. Es empezar a volver a ti.”


En mi newsletter comparto herramientas reales para mujeres reales. Recursos que integran ciencia, emoción y vida cotidiana.

🩷 Te espero ahí, si sientes que esto también es para ti.

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